VIEJUNISMO INTROSPECTIVO
Llega un momento de la vida en la
que de repente te encuentras viendo videos en youtube con la intro del "Coche
Fantástico", y te entran unos sentimientos nostálgicos que deben parecerse
mucho a lo que tus padres sienten cuando ven "Cuéntame". Entonces
buscas en tu cajón la Game Boy monocroma y te metes en algún foro a poner a
parir al último Call of Duty porque es "más de lo mismo", como si
coger seta tras seta dando saltos fuese la panacea de la originalidad hecha
videojuego. Pero para ti tiene una gracia especial, y la musiquilla ratonera del
Alex Kid te sigue sacando una sonrisilla mientras que el tema orquestal de
Assassin's Creed te la trae mucho al pairo.
Y entonces te pones unos
pantalones rotos para salir a la calle, unos que se han vuelto a poner de moda
pero tú ya llevabas hace quince años, cuando tus padres te recriminaban que
ibas como un pordiosero. En esos días ninguna tienda tendría en su catálogo
algo tan desastroso, dado que pensaban que vender algo que ya estaba desgarrado
era el culmen de la gilipollosidad. Pero ahí estabas tú hace una semana,
entrando al Pull & Bear, probándote estos y después aquellos, porque el
roto de uno está un poco más abajo de lo que te gustaría.
De camino a encontrarte con tus
colegas te recoges la melena con una goma de pelo, y entonces caes en la cuenta
de que ya nadie lleva el pelo largo en coleta, a excepción de los heviatas,
para quienes (y afortunados son) nunca pasa el tiempo. Todos los peinados de
los demás te resultan sosos o ridículos, esas barbacas hipstéricas te sacan de
quicio, y los pelo-cepillo de los niñatos te dan ganas de vomitar. Es por eso
que, cuando alguien te ve, inmediatamente asume que te gusta Metallica. Y vale,
quizás a ti te hace tilín un tema o dos del grupo, pero no sabes cómo decirles
que nunca en tu puñetera vida te has escuchado un disco de Helloween, ni de
Judas Priest, y que no tienes ni idea de cómo se escribe Stratovarius. Así que
asientes y les dices "Ah sí, Iron Maiden, muy buenos", porque si les
hablas de Blur o los Pixies te van a mirar como si acabases de nombrar al
mismísimo Belcebú.
Aunque es cuando sales de fiesta
cuando te percatas por completo de que, no sabes en qué momento ha ocurrido,
pero todo ha cambiado. Ya no existen garitos en los que pongan los temas que
tanto te gustaban, el grunge ha muerto y el punk está enterrado, y las últimas posibilidades
de escuchar algún temazo de los que tenías grabados en una cinta de cassette,
de esas que tenías rayada de tanto rebobinarla con el lápiz, los encuentras en pubs
de música genérica a lo M80 radio.
Porque sí, sigue habiendo garitos
donde vas a escuchar a "los clásicos", pero sabes que de Nirvana no
te van a poner "Lithium" sino la ultra machacada "Smell like
teen spirit", y si quieres escuchar a The cure te vas a tener que
conformar con "Lullaby", te pongas como te pongas. Los Smashing
Pumpkins están fuera de la ecuación, por supuesto, al igual de Sonic Youth,
Audioslave o Red Hot Chili Peppers, y de Muse te pondrán alguna del último
álbum porque desde que los niños los escucharon en la Banda Sonora de
Crepúsculo se han convertido en música que bailar en garitos pre-teens. Quizás
de fondo te parezca escuchar un "Boys and Girls" de Blur,
posiblemente algo de Oasis, dudo que suene en los altavoces nada de Radiohead
pero de serlo posiblemente ocurra con una versión patética de "Creep"
cantada por algún rapero maddafakka. Y tú mientras te entretienes imitando,
como los otros cinco carrozas alrededor tuya, el baile del segurata negro de la
canción de Black Keys gritando muy alto el "Ooh, Oh oh ooooh, I'm a lonely
boooy" vaya a ser que alguien piense que no te la sabes.
Y es que no puedes concebir que
nadie se saque el móvil en un concierto para levantarlo sobre las cabezas del
resto y malgrabarlo, poniendo más ímpetu en retransmitirlo que en vivir el momento
sin importarles cuánto molestan. Pero no te das cuenta de que tú en esos
momentos hace unos años estabas echándole el humo al de al lado en esa
concentración de nicotina irrespirable que era El Palacio de los Deportes de Madrid.
Y cuando vuelves te preparas un sándwich
de pan Bimbo sin corteza con una loncha de pavo bajo en calorías, preguntándote
como hemos sobrevivido de críos a los Bollicaos cuyo cromo nos venía translúcido de tanto aceite que
supuraba el bollo, y a la figurita de plástico directamente incrustada en el pastelito,
con restos de chocolate adheridos sempiternos a los surcos del Thundercat pese
a haberlo chupado una y mil veces.
En ese momento te sientas, enciendes
la tele, y descubres una serie de dibujos animados completamente esquizofrénica.
No comprendes nada de nada, y piensas que los dibujos de tu infancia sí que
eran originales y no esa basura repetitiva, porque ya no recuerdas que el
Caballero de Pegaso se tiraba dos capítulos de media hora para decirle en voz
alta y con voz muy pausada al malo de turno de qué manera iba a pegarle un
palizón, cosa que se resolvía con unos meteoros de Pegaso cien veces vistos en
anteriores batallas. Por no hablar de Goku y sus veinticinco capítulos de lucha
contra Freezer, a base de transformaciones a cual más deforme. Pero el Equipo A
sí que molaba, no como esa mierda de Padrinos Mágicos.
Consultando tu cuenta de Facebook
te das cuenta de que el muro lo tienes lleno de fotos de los hijos de aquellos
a los que conocías hace años, amigos de fechorías, colegas de birras que ahora
posan, bastante más calvos, con polos de color rosa al lado de una criatura. Y
aunque deberías darte cuenta de que han madurado, y que es el ciclo natural de
la vida, te dices que son unos vendidos. ¿Yo? ¿Un hijo? Antes me hago la
vasectomía, mascullas. Y encima se les ve felices, a los muy malditos papis. Y
la verdad es que son monos los jodíos críos, y te quedas tonto haciéndoles
carantoñas cuando te los encuentras por la calle. Pero eso no va contigo, te
ves antes escalando el Himalaya que enviando al grupo de Whattsap la
felicitación con tu hija llevando un gorro de Papá Noel.
Y después de darle vueltas a todo
te quedas callado, reflexivo, te sientas, escribes cuatro gilipolleces en un
rincón de Facebook que sabes que como mucho dos leerán y cinco le darán a
"me gusta" por compromiso, y piensas para ti mismo "¿y ahora
qué?".
Y ahora... ¿qué?.
Por fortuna, una notificación de
whattsap te despierta del ensimismamiento con una sola frase "Hoy salimos
a petarlo!", y entonces te pones a bajar el último episodio de "Hora
de Aventuras" para cuando vuelvas, apagas la play 4 y ensayas el baile del
segurata de Black Keys frente al espejo mientras te recoges la coleta porque,
al fin y al cabo, esta mierda trata sobre pasarlo bien, no importa de qué
manera.
Torke 2015
http://www.youtube.com/watch?v=a_426RiwST8