martes, abril 27, 2010

Saludos, patéticos y fétidos descendientes del mono. Os aviso de que el próximo día 8 de Mayo asistiré a una sesión de firmas en el Saló del Cómic de Barcelona (Ver aquí) .Os lo comento por si deseáis llevar vuestras ofrendas y sacrificios rituales a un lugar más propicio que los altares de vuestros sótanos. Es posible incluso que me lleve algún peluche para repartir.


Os Odio. Muerte a los Mortales.

miércoles, abril 14, 2010


Asquerosas nuevas tecnologías, chismes tecnoestúpidos de última generación, yo os detesto y os maldigo. Seguro que todos vosotros sois tecnócratas panolis de esos que se pasean con el último teléfono 3G, orgullosos de haber sido vilmente timados por científicos vagos que se ríen en vuestras caras. Y es que a mi no me la cuelan. Por mucho que se llamen NUEVAS tecnologías, son exactamente igual que las antiguas, pero diez veces más caras. ¿Que no os lo creéis? ¿Pensáis que estoy desequilibrado y hablando sinsentidos? Bueno, pues tenéis toda la puñetera razón, pero así como todo genio tiene sus momentos de lucidez, dejadme que sea yo quien os ilumine en vuestra oscura estupidez.

Desde hace aproximadamente diez años a esta parte, el mercado ha sacado a la venta todo tipo de cacharros alimentados por electricidad creando necesidades que nunca hemos tenido. Todo el mundo quedaba para salir en 1990 usando el teléfono de casa, y si alguien se retrasaba siempre sabía dónde tenía que ir para encontrarse con el resto. NADIE tenía necesidad de estar permanentemente alerta por si el jefe decidía el Viernes a las siete de la tarde que el Sábado te vendría bien echar unas horitas gratis, por si tu psicópata exnovia se acordaba a las cinco de la mañana de lo genial que sería respirarte al teléfono o de recibir la última tarifa del operador opuesto recitada soporíferamente por algún teleoperador que suena como si estuviese doblando dibujos animados de los ochenta (¡qué bueno que cogiste el selular!). Pero eso no es lo peor, lo malo del asunto es que no sólo nos hemos creado un vicio estúpido e innecesario de estar continuamente comunicados, sino que además, lo hacemos peor que hace ciento cuarenta años. Esto podría ser una conversación telefónica en 1876:

¿Hola? ¿Quién eres?... ¿Quién eres?... Sí soy yo… si, soy yo… sí… Graham Bell… Graham Bell… sí… ¿dónde estás?... que donde estás… ah… y ¿qué haces?... sí… que qué haces… que qué haces… ah… ¿me oyes bien?... ¿me oyes bien?... sí… Churri, ¿me oyes bien?... es que no te oigo… espera… ¿me oyes bien?... ¿Ahora?... Pues eso… que qué haces… ah, bueno pues luego te llamo… te quiero… que te quiero… que te quiero… no, yo más… que yo más… vale, hasta luego.

Y esto una conversación telefónica de ayer tarde entre dos chonis en el autobús.

¿Hola? Que pasa Churri… ¿dónde estás?... ¿Dónde?... ¿Dónde estás?... Ah… ¿y qué haces ahí?... que qué haces ahí… que te oigo mal… ¿tienes cobertura?... cobertura, que si tienes… cobertura… cobertura, que si tienes… yo sí… que yo sí, serás tú… ¿me oyes?... que yo tengo, que serás tú… tienes batería… se va a cortar… tienes batería… es que se ye mal… yo, aquí… pues aquí, en el autobús… sí… en el autobús… bueno cuando legue a cas ate llamo… te quiero… que te quiero… que luego te llamo… que te quiero… no, yo más… ¿qué?... ¿qué?... no yo más… hasta luego.

Ciento cincuenta años y doscientos euros más tarde, la conversación de besugos ha sido exactamente la misma. Pero claro, me diréis, ahora es mucho más cómodo, antes marcabas y tenías que pedirle a la señorita operadora que te pusiese con tu familia. Bien, pues intentad daros de baja en Internet:

Pulse 1 para telefonía, 2 para ofertas y promociones, 3 para que me ría en su puta cara, 4 para canjear sus puntos, 5 para contratar unos rumanos que violen a su mascota, 6 para otras opciones.

Pero los teléfonos móviles no son el único timo del siglo XXI, aunque han ganado la capacidad de englobar todas las gilipolleces inservibles en sí mismos sin necesidad de más cacharros. Las cámaras de fotos, por ejemplo. La evolución de la fotografía fue más o menos así: algún lumbreras metió una hoja empapada en partículas de plata en una caja de zapatos oscura, y sacó instantáneas que se veían horriblemente. La cosa fue evolucionando hasta conseguir armatostes descomunales con sábanas enganchados tras los cuales el pobre fotógrafo se metía sosteniendo en alto un flash que prácticamente le explotaba en las manos, consiguiendo fotos que se veían regular tirando a mal. Tiempo después se inventaron las cámaras réflex para profesionales, que empezaban a tener una calidad excelente. Un paso más allá fue la invención de cámaras fotográficas familiares asequibles a la mayoría de la gente. Entonces inventaron las cámaras digitales, sin soporte de papel. Y finalmente, lo metieron a pegotón en un cacharro que mide menos de 15 centímetros y tiene otras trescientas funciones (tan útiles como el cronómetro), para que el glorioso usuario pueda sacarse en el baño y en picado, con el flashazo pegando en el cristal del espejo mostrando toda la mierda pegada al mismo, y para deleite de todo Internet, una foto de sus raquíticos pectorales que se ve como si hubiese vomitado encima la momia de Lenin. No sólo la calidad es detestable, sino que el desdichado de tu amigo te hacen esperar con cara de gilipollas diez minutos a que todo el mundo se coloque, para que luego no sirva ni para imprimírtela tamaño sello de correos. La misma calidad que la caja de zapatos, doscientos euros más cara.



¿Queréis que siga? En los noventa la moda era que fueses con tu gorra ladeada y el radiocasete al hombro apestando a todo el metro con una cinta de MC Hammer que te había copiado la prima de un amigo de la cuñada de un señor que vivía en Albacete, a la que su padre se lo había grabado de la radio. Ahora la moda es ir con tu gorra ladeada y el móvil a todo trapo apestando a todo el metro con algo que suena como si a Chewbacca le depilases los cojones con cera ardiendo y después le regases con vinagre mientras le meas en la boca. Misma mierda con distinto collar.

¿Y qué me decís del TDT? La última tecnología, televisión digital de alta definición. Antes te tirabas diez minutos ajustando las antenas de metal de la televisión. Ahora, como llueva, ajusta con los cataplines el baile de cuadraditos que sale hasta que te quedas sin señal. Por no hablar del Teletexto, claro, que usa la técnica Cristobal Colón de creer que la forma más rápida de llegar del 200 al 202 es dándose toda la vuelta desde el 199 al 203, y que encima tiene los mismos gráficos que el Spectrum 48Ks.



Porque sí, antes los videojuegos eran cintas de audio que cargabas en tu Amstrad o Spectrum tras media hora de espera, tras la cual te salía un rombo a dos colores que tenías que imaginar que era Emilio Butragueño, pero que bien podría ser Caperucita Roja esnifando coca del canalillo de su abuela. Ahora metes el Blue Ray en la Play 3, se tira veinte minutos instalándote el juego, te baja cuatrocientos megas de Internet de actualización, y tras una hora puedes poner a pegarte tiros. Durante las próximas cinco, que es la media de lo que te duran los juegos ahora mismo.

El mundo retorna a sus orígenes, la moda a los años ochenta y las hombreras están a punto de pisar la calle. En un par de años, ir vestido como los Lokomía va a ser lo más chic. Mientras tanto, disfrutad de las tecnochorradas que yo mientras tanto me quedo con mi telesketch.