miércoles, febrero 04, 2015

VIEJUNISMO INTROSPECTIVO

VIEJUNISMO INTROSPECTIVO

Llega un momento de la vida en la que de repente te encuentras viendo videos en youtube con la intro del "Coche Fantástico", y te entran unos sentimientos nostálgicos que deben parecerse mucho a lo que tus padres sienten cuando ven "Cuéntame". Entonces buscas en tu cajón la Game Boy monocroma y te metes en algún foro a poner a parir al último Call of Duty porque es "más de lo mismo", como si coger seta tras seta dando saltos fuese la panacea de la originalidad hecha videojuego. Pero para ti tiene una gracia especial, y la musiquilla ratonera del Alex Kid te sigue sacando una sonrisilla mientras que el tema orquestal de Assassin's Creed te la trae mucho al pairo.

Y entonces te pones unos pantalones rotos para salir a la calle, unos que se han vuelto a poner de moda pero tú ya llevabas hace quince años, cuando tus padres te recriminaban que ibas como un pordiosero. En esos días ninguna tienda tendría en su catálogo algo tan desastroso, dado que pensaban que vender algo que ya estaba desgarrado era el culmen de la gilipollosidad. Pero ahí estabas tú hace una semana, entrando al Pull & Bear, probándote estos y después aquellos, porque el roto de uno está un poco más abajo de lo que te gustaría.

De camino a encontrarte con tus colegas te recoges la melena con una goma de pelo, y entonces caes en la cuenta de que ya nadie lleva el pelo largo en coleta, a excepción de los heviatas, para quienes (y afortunados son) nunca pasa el tiempo. Todos los peinados de los demás te resultan sosos o ridículos, esas barbacas hipstéricas te sacan de quicio, y los pelo-cepillo de los niñatos te dan ganas de vomitar. Es por eso que, cuando alguien te ve, inmediatamente asume que te gusta Metallica. Y vale, quizás a ti te hace tilín un tema o dos del grupo, pero no sabes cómo decirles que nunca en tu puñetera vida te has escuchado un disco de Helloween, ni de Judas Priest, y que no tienes ni idea de cómo se escribe Stratovarius. Así que asientes y les dices "Ah sí, Iron Maiden, muy buenos", porque si les hablas de Blur o los Pixies te van a mirar como si acabases de nombrar al mismísimo Belcebú.

Aunque es cuando sales de fiesta cuando te percatas por completo de que, no sabes en qué momento ha ocurrido, pero todo ha cambiado. Ya no existen garitos en los que pongan los temas que tanto te gustaban, el grunge ha muerto y el punk está enterrado, y las últimas posibilidades de escuchar algún temazo de los que tenías grabados en una cinta de cassette, de esas que tenías rayada de tanto rebobinarla con el lápiz, los encuentras en pubs de música genérica a lo M80 radio.

Porque sí, sigue habiendo garitos donde vas a escuchar a "los clásicos", pero sabes que de Nirvana no te van a poner "Lithium" sino la ultra machacada "Smell like teen spirit", y si quieres escuchar a The cure te vas a tener que conformar con "Lullaby", te pongas como te pongas. Los Smashing Pumpkins están fuera de la ecuación, por supuesto, al igual de Sonic Youth, Audioslave o Red Hot Chili Peppers, y de Muse te pondrán alguna del último álbum porque desde que los niños los escucharon en la Banda Sonora de Crepúsculo se han convertido en música que bailar en garitos pre-teens. Quizás de fondo te parezca escuchar un "Boys and Girls" de Blur, posiblemente algo de Oasis, dudo que suene en los altavoces nada de Radiohead pero de serlo posiblemente ocurra con una versión patética de "Creep" cantada por algún rapero maddafakka. Y tú mientras te entretienes imitando, como los otros cinco carrozas alrededor tuya, el baile del segurata negro de la canción de Black Keys gritando muy alto el "Ooh, Oh oh ooooh, I'm a lonely boooy" vaya a ser que alguien piense que no te la sabes.
Y es que no puedes concebir que nadie se saque el móvil en un concierto para levantarlo sobre las cabezas del resto y malgrabarlo, poniendo más ímpetu en retransmitirlo que en vivir el momento sin importarles cuánto molestan. Pero no te das cuenta de que tú en esos momentos hace unos años estabas echándole el humo al de al lado en esa concentración de nicotina irrespirable que era El Palacio de los Deportes de Madrid.

Y cuando vuelves te preparas un sándwich de pan Bimbo sin corteza con una loncha de pavo bajo en calorías, preguntándote como hemos sobrevivido de críos a los Bollicaos cuyo cromo  nos venía translúcido de tanto aceite que supuraba el bollo, y a la figurita de plástico directamente incrustada en el pastelito, con restos de chocolate adheridos sempiternos a los surcos del Thundercat pese a haberlo chupado una y mil veces.

En ese momento te sientas, enciendes la tele, y descubres una serie de dibujos animados completamente esquizofrénica. No comprendes nada de nada, y piensas que los dibujos de tu infancia sí que eran originales y no esa basura repetitiva, porque ya no recuerdas que el Caballero de Pegaso se tiraba dos capítulos de media hora para decirle en voz alta y con voz muy pausada al malo de turno de qué manera iba a pegarle un palizón, cosa que se resolvía con unos meteoros de Pegaso cien veces vistos en anteriores batallas. Por no hablar de Goku y sus veinticinco capítulos de lucha contra Freezer, a base de transformaciones a cual más deforme. Pero el Equipo A sí que molaba, no como esa mierda de Padrinos Mágicos.

Consultando tu cuenta de Facebook te das cuenta de que el muro lo tienes lleno de fotos de los hijos de aquellos a los que conocías hace años, amigos de fechorías, colegas de birras que ahora posan, bastante más calvos, con polos de color rosa al lado de una criatura. Y aunque deberías darte cuenta de que han madurado, y que es el ciclo natural de la vida, te dices que son unos vendidos. ¿Yo? ¿Un hijo? Antes me hago la vasectomía, mascullas. Y encima se les ve felices, a los muy malditos papis. Y la verdad es que son monos los jodíos críos, y te quedas tonto haciéndoles carantoñas cuando te los encuentras por la calle. Pero eso no va contigo, te ves antes escalando el Himalaya que enviando al grupo de Whattsap la felicitación con tu hija llevando un gorro de Papá Noel.

Y después de darle vueltas a todo te quedas callado, reflexivo, te sientas, escribes cuatro gilipolleces en un rincón de Facebook que sabes que como mucho dos leerán y cinco le darán a "me gusta" por compromiso, y piensas para ti mismo "¿y ahora qué?".

Y ahora... ¿qué?.


Por fortuna, una notificación de whattsap te despierta del ensimismamiento con una sola frase "Hoy salimos a petarlo!", y entonces te pones a bajar el último episodio de "Hora de Aventuras" para cuando vuelvas, apagas la play 4 y ensayas el baile del segurata de Black Keys frente al espejo mientras te recoges la coleta porque, al fin y al cabo, esta mierda trata sobre pasarlo bien, no importa de qué manera.

Torke 2015

http://www.youtube.com/watch?v=a_426RiwST8