El pequeño lagarto se despertó sobrecogido en medio de la noche, miró a su alrededor y dio un horrible alarido. Su mamá, que se encontraba durmiendo a su lado en la misma cama, le abrazó dulcemente hasta que el pequeño lagarto se calmó, y entonces acariciándole las escamas le preguntó:
- ¿Qué ha ocurrido hijo, por qué gritas?
- Mami, tuve un mal sueño - le respondió el pequeño lagarto gimoteando.
- ¿Tuviste una pesadilla, mi chiquitín?
- Sí, fue horrible - musitó sollozando.
- ¿Qué fue eso tan grave que soñaste? ¿Soñaste quizás que te hacías daño?
- No.
- ¿Qué fue eso tan grave que soñaste? ¿Soñaste quizás que te hacías daño?
- No.
Mamá lagarto besó cariñosamente la frente de su hijo.
- ¿Sería quizás que algo le ocurría a papá?
- No, a papá no le ocurría nada.
Mamá lagarto buscó los ojos de su chiquitín en la oscuridad.
- ¿Era entonces algo malo que me pasaba a mi?
- Nada malo te pasaba a ti en mi sueño, mamá.
Mamá lagarto abrazó fuertemente a su hijo contra su pecho.
- ¿Que fue entonces aquello tan terrible que soñaste, pequeño?