domingo, octubre 14, 2012

EL MULLIDO PELAJE DE SUS OREJAS


EL MULLIDO PELAJE DE SUS OREJAS


      Al día siguiente el conejo despertó de súbito, asustado, como si un mal presentimiento le hubiera sacudido en sueños. Con el corazón galopando en su pecho, miró a ambos lados y se puso en pie alarmado. ¿Y Ella? ¿Dónde estaba Ella? Sorprendido, buscó al principio con intriga, imaginando que no andaría lejos y que simplemente habría ido a buscar algo de comida para el desayuno. Pero Ella no aparecía. Nervioso, el conejo se relamió las patas con insistencia intentando pensar con claridad. No podía andar muy lejos. La buscó detrás de unos matorrales, pero aunque dio una y dos y tres y cuatro vueltas alrededor no pudo encontrarla. Miró después en una pequeña cueva excavada en el suelo a los pies de un árbol, pero allí no había nadie. Se sentía confuso, todo le olía a Ella, creía verla tras cada rama caída, pero Ella simplemente no estaba. Sintió entonces terror, miedo absoluto, y tembló sobrecogido. Desesperado, recorrió parte del bosque a grandes zancadas, emitiendo gruñidos para llamarla, apenas mirando ya a su alrededor. Simplemente corría y corría con la esperanza de encontrarla de camino. El día se le hizo noche al pobre conejo cuando tuvo que parar exhausto, con la respiración entrecortada, y entonces simplemente lo supo. Se intentó imaginar la vida sin Ella y una gran tristeza le hizo encogerse sobre su propio peludo cuerpo. Abrazado a sus patitas, quiso imaginar que Ella estaría en algún otro bosque mejor, feliz, y que cuando finalmente la encontrase ambos reirían recordando la caminata que se había hecho. Les parecería tonto lo asustado que había estado, y entonces se lamerían mutuamente el mullido pelaje de sus orejas y todo parecería lejano, como en un sueño. Y pensando en ello el conejo se durmió, muerto del frío por la ausencia del pelaje de Ella a su lado.



      Al día siguiente el conejo despertó de súbito, asustado, como si un mal presentimiento le hubiera sacudido en sueños. Con el corazón galopando en su pecho, miró a ambos lados y se puso en pie alarmado. ¿Y Ella? ¿Dónde estaba Ella? Sorprendido, buscó al principio con intriga, imaginando que no andaría lejos y que simplemente habría ido a buscar algo de comida para el desayuno...






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