martes, octubre 23, 2012

RECOGIENDO SUS JIRONES


"RECOGIENDO SUS JIRONES" 

     El pequeño muñeco de trapo despertó de la pesadilla que llevaba horas soñando. Poco a poco, acostumbró la vista a la luminosidad de la habitación al tiempo que comenzaba a recobrar consciencia de sus sentidos. Lo primero que le sorprendió fue el tacto de la dura y fría losa de su hogar bajo el cuerpo, y cuando intentó incorporarse lo hizo trastabillando pues apenas podía tenerse en pie. 

        Horrorizado, cayó en la cuenta de que durante el sueño le habían despedazado. 


       El muñeco de trapo entró en pánico, y arrastrándose contra las paredes, cuando no dando saltitos con su única pierna, comenzó a buscar las partes de su cuerpo por toda la casa. Miró primero en su cocina, y en el frigorífico encontró el pie derecho. Buscó en el armario de la ropa, y dio con el brazo que le faltaba. El ojo de botón lo encontró en el sofá, mientras que la pierna le costó encontrarla entre los trastos de su escritorio. Bueno, se dijo boqueando del esfuerzo, ya sólo quedaba una cosa más, y sabía dónde encontrarla. A duras penas, recorrió el pasillo de aquella casa que había cambiado durante la noche. Apenas había tenido tiempo para darse cuenta, pero su hogar parecía ahora más grande, irreconocible, e infinitamente más gélido. Abrió la puerta del dormitorio, tomó fuerzas durante unos minutos y dio un par de saltos hacia el interior. Apoyado contra la pared, observó primero la oquedad en su pecho y, con un poco de miedo a dañarlo, cogió delicadamente aquel corazón de lana apoyado sobre la cama.


      El muñeco de trapo llevó todas las partes de su cuerpo recuperadas al salón, sacó aguja e hilo y se quedó observándolas agotado por la dura búsqueda. 


        Y entonces lo entendió y sonrió para sí mismo. 


       De un manotazo, arrojó aquellos jirones de tela a una bolsa a la que hizo un nudo y decidió tirarlos. El muñeco había comprendido que si había llegado hasta allí sin ayuda de todas esas partes, es que ya no las necesitaba.


      Cuando volvió se dio cuenta de que, caído tras la mesa, todavía quedaba algo. Se agachó a recogerlo y decidió guardarlo. Aún deshilachado, el corazón de lana podría servirle. Por lo que pudiera suceder en un futuro.



2 comentarios:

Lady Wasabi dijo...

Me encanta <3

Tania dijo...

Este me ha encantado. Touché!